CUENTOS DE NEGROS
Hola, espero les agrade mi incursión por la Literatura Afroperuana.
Cuentos de negros se
presentó el domingo 29 en la Feria del libro, con la poeta Catalina Bustamante Méjico conduciendo la mesa de presentación, un prólogo del Doctor José Antonio Bravo y comentario en vivo del Doctor José Cámpos Dávila.
Gracias a quienes nos
acompañaron.
Quienes quieran este libro de cuentos, lo pueden encontrar en
www.librosperuanos.com
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En Octubre de 2012 Otilia Navarrete presentó este libro en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano de Miraflores
Durante la
presentación , acerca de los personajes y las situaciones, mencioné:
“…Partiendo de algunos datos de uso general, este
conjunto de relatos registra el contexto más que la anécdota personal, intenta
referirse más a la clase que al individuo, citando los acontecimientos no tanto
como fueron sino como pudieron o debieron ser. Para lograr eso los personajes han
sido construidos a base de préstamos y permutas, a tal punto
que si bien un lector local reconoce de hecho algunos guiños o reflejos
deliberados, reducir un personaje a su gesto específico podría no hacerle
justicia al sujeto real.
A través del desarrollo ficcional –extrapolando familias,
mezclando los rasgos personales, vinculando generaciones, haciendo pasar a sus
integrantes de un barrio a otro para completarse– procuro que la cita,
trascendiendo su potencialidad generativa, relegue su historicidad a un plano
subyacente.
A decir de
Mantegna y Vasari, las obras de arte de la Antigüedad superaban a las obras de
la naturaleza, pues “aquellos antiguos maestros habían elegido las más bellas
partes de los diferentes modelos (manos, cabezas, cuerpos y piernas) para
unirlas en una figura y formar un conjunto que es imposible encontrar en un
solo cuerpo”.
Si esto es
verdad, mis personajes intentan armarse a la manera renacentista.
Pese a lo cual, quisiera también que fueran como
las nubes vespertinas que Leonardo aconsejaba contemplar pretendiendo descifrar
rostros o caballos y que al cabo no
dejan de ser el lugar común donde “cualquier parecido con personas o hechos de
la vida real es pura coincidencia”. .....................
En Octubre de 2012 Otilia Navarrete presentó este libro en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano de Miraflores
Brevemente voy a referirme a dos detalles relativos a la
estructura del libro “Cuentos de negros”
1. Como ya
lo sugiere José Antonio Bravo al inicio, esta serie de cuentos tienen una misma
locación, están situados en un barrio, son las mismas personas en diferentes
situaciones, se aluden unos a otros, usan los mismos apodos, el lenguaje es el
mismo, el fraseo, idéntico. Este recurso es usado en la novela. Aquí, sólo
faltaría enhebrar uno con otro para que lo fuera. Los elementos ya lo tiene.
2. El
engarce del primer y último cuento encierran a los 12 cuentos intermedios en un
bien logrado “raconto”, que regresa a la manera de un gran cuento circular.
La historia en ambos cuentos se desarrolla en el mismo
espacio, los personajes son los mismos, los sentimientos, un tanto dispersos
siguen envolviendo la escena. Uncírculo, que bien podría ser el círculo de la
vida .
Pero Octavio no nos quería dejar un gusto a tristeza y
entonces allí resurge otro pintoresco personaje…
Lo mejor será leerlo para descubrirlo.
Ahora quiero contarles la cantidad de sensaciones que han
dejado en mí la lectura de “Cuentos de negros”
Antes, una anécdota:
Hace unos días nuestro querido pintor y escultor Alberto
Quintanilla, presentó una muestra de sus trabajos. Se le hizo una entrevista y
al preguntarle a qué edad había él comenzado a crear con sus manos, contestó
que primero había sido el oído el que captó la belleza circundante.
¿Y cómo así?, le preguntaron.
“Estando en el Cusco, mi ciudad natal, me entretenía
escuchando el canto del gallo en la madrugada el ladrido de los perros y hasta
al viento acariciando al ichu quien le contestaba con murmullos y palabras
chiquititas”.
Esta respuesta me hizo pensar que, efectivamente, la
sensibilidad del artista se manifiesta a través de sus poros, de su
respiración, del color, del sonido…
Al leer y releer el libro de Octavio, he experimentado la
misma sensación que al ver los trabajos de Quintanilla. Arte eminentemente
sensorial.
*Desde la portada, con los colores blanco y negro en
contrapunto, siguiendo con el entretejido de las palabras, los cortes a tajo,
los modismos, lo VISUAL se nos muestra como un chispazo. Y es que Octavio, no
lo olvidemos, es un excelente diseñador
, de allí que sus manos parecieran moldear la estructura del libro, centímetro
a centímetro.
*¿Y cómo olvidar que Octavio es músico? Músico clásico al
inicio para luego zambullirse en el ritmo negro, lleno de gracia y donaire. Lo
AUDITIVO hace en este libro de las suyas. En cada página, en cada fragmento
sentimos el bordonear de la guitarra, el grave sonido del cajón, el zapateo de
Ubaldito y hasta en las décimas sigue el ritmo y la cadencia llevándonos por la
anécdota y el fraseo tan peculiar del mundo de la “negritud”. Palabras que se
han hecho un espacio y que a veces todos usamos, por su sonido arrebatado, por
su sabor a tradición, por el salero que encierran.
*Y hasta pareciera llegar hasta el lector el olor de los
tamales hechos por doña Eufemia con esmero y a puro pulmón.
*Y no puedo dejar de mencionar las atrevidamente ingenuas
experiencias eróticas de los adolescentes en sus escapadas para “aprender las
cosas de los mayores”. Palabras ingenuas y atrevidas, búsquedas, escapadas etc.
Sensaciones y sensaciones que se enfrentan, se
contraponen, a veces hasta parecen contradecirse. Contrapunto en su más puro
estilo.
Este CONTRAPUNTO lo mantiene Octavio durante todo el libro.
Travesuras y miedo al castigo. Irreverencias y respeto, porque observemos que
en este precioso espacio del “barrio”, los mayores eran los mayores y los
muchachos estaban siempre dispuestos a la obediencia o de lo contrario
esperaban la paliza.
Los 14 cuentos no sólo entretienen, chocan entre sí, nos
hacen sonreír, nos llevan a un espacio donde no hay censura posible para llamar
a las cosas por su nombre, sin remilgos… Así se habla pues, parece decirnos, al
pan, pan y al vino, vino. Y los modismos al hablar… “se jamonea conmigo”, “de
ayayero no pasa”, “le caía una roncada” “una requintada en forma” ( y las costumbres al vestir…Como en: ”El
precio de la fama”- zapatos marrón con blanco, medio kilo de gomina y su flor
en el ojal. (pag.51) Preciosismo de los recuerdos, compases musicales al
hablar, zapateo del lenguaje…
Pero sigue el contrapunto . Este libro no sólo nos
arranca sonrisas, la alegría y la nostalgia se enfrentan, nos invita, entre
sonrisas, a la reflexión y a la
añoranza, como en el primer cuento “Siéntate” donde se “siente” la tristeza de
Ubaldo, los recuerdos aflorando y (pag 15) “esa amargura suya…
O cuando en una décima nos dice: (pag 49)…
Y ni qué decir cuando en el cuento “Me la llevo”, el
hijo, que tiene que viajar, conversa con el padre y surgen los recuerdos de la
madre y el batán en el que había molido kilos y kilos de maíz… (leer pag 85) y
de las tabas (zapatos) del padre con los que…”tantos años bailó para los
blancos”.
Pulsaciones extrañas son las que me han provocado la
lectura del libro de Octavio.
Felicitaciones
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