Un violín para el Danzaq
Un violín para el Danzaq es una publicación colectiva.
Contiene 39
cuentos producidos en reuniones semanales dentro del taller de narrativa de
Cronwell Jara Jiménez.
Luego de varios talleres durante todo el año 2011, un
grupo de seis decidimos publicar.
Convinimos en que la mejor manera era presentar nuestros
trabajos tal como fueron creados, es decir, cada cuento, acompañado del párrafo
o frase que lo motivó.
La presentación tuvo lugar el martes 11 de diciembre del 2012, a las 7 de la
noche, en el Conference Hall del piso
diez de la Biblioteca del Instituto Cultural Peruano Norteamericano de
Miraflores en Lima, Perú.
Los
comentarios estuvieron a cargo del propio director del taller y del narrador
Pedro Ugarte.
Las Autoras Catalina
Bustamante, Cecilia Granadino, Carmen Guizado y Prísea Vílchez encargaron a sus
compañeros Leonor Zaa y Octavio Santa Cruz que habláramos a nombre de los seis
talleristas.
Adjunto aquí la
reseña que hice y uno de mis cuentos.
Reseña:
En primer lugar agradezco a esta
casa que nos acoge, el Instituto Cultural Peruano Norteamericano.
Siendo ésta una presentación uno
podría prodigarse echando flores, procuraré no excederme.
Vengo en cumplimiento de un
encargo: Se nos encomendó disponer 5minutos para reseñar acerca del taller. Y
es lo que haré.
El taller es
una exploración. En cada reunión hay una pequeña meta, cumplirla a cabalidad
depende de cada uno. Cada participante puede completar un cuento en cada
sesión. Uno puede solo iniciarlo y dejarlo allí indefinídamente, o continuar
trabajándolo toda la semana. Después, aún se podría revisar y pulir. Corregirse y dejarse corregir, más allá de lo
formal y lo estocástico, es una etapa superior, que compromete apegos y
actitudes personales. Hasta esas puertas llegamos.
Me referiré a estos meses trabajados en el
taller, y aunque… “En lo que Juan dice
de Pedro hay más de Juan que de Pedro” comentaré como he visto el trabajo de
sus integrantes.
……………….
En orden alfabético, a quien
comparte su vida conmigo hace años.
Catalina
Bustamante, gusta de captar al lector desde la primera frase, y a veces en su
acuciosidad por lograr la pertinencia me parece entrever la marca de su
ejercicio profesional, como abogado.
Habiéndose expresado por años
como Poeta, tiene sin embargo la gentileza de no poblar en exceso de imágenes
sus historias, así en cada cuento suyo hay como un invitarnos casi con
sencillez a acompañarla en el tránsito por lo que a veces son sus memorias del
Ande.
Cecilia
Granadino, difícil guardar distancia para referirme a la amiga de nuestros años
mozos en el Teatro Universitario, eran sus inicios como actriz, luego la supe
vinculada a las artes andinas, la tradición oral y con obra publicada. Me acabo
de enterar que su quehacer en San marcos fue en el campo de la Literatura. A caballo entre la ligereza y la
deliberación, Cecilia ha dicho que
considera al taller como algo para compartir, como algo que le enseñó a a
crecer juntos y en esas palabras veo aún
a la muchachita que en los 70 esperaba del arte algo más que logros estéticos.
Gracias por seguir siendo así. No te
olvides.
Con Carmen
Guizado, en cambio, su dedicación me impone el deseo respetuoso de no perturbar
su labor. Cuando me siento a su lado,
siento que su ejemplo basta para exigirme, también yo, trabajar en
serio.
Su desarrollo resulta siempre una historia
nueva, grata. Poeta y narradora, ésta maestra que me honra con su amistad,
ingresa a cada reunión como quien da comienzo a una aventura literaria en la
cual todos aprendemos algo de los otros.
Prisea
Vilchez periodista de profesión escoge adecuadamente el germen que luego
trabaja con la soltura del ejercicio de la
Comunicación, con sobriedad y con economía de medios. Su flujo
discursivo pausado nos sorprende a la vuelta de un recodo, cortando nuestro aliento cuando menos lo
esperamos.
Prisea, que trabaja fuerte en su
vida, valora “cómo en nuestro taller pudimos sacar tiempo hasta para teorizar y
analizar trabajos de otros autores”. Ella ve el taller como una experiencia enriquecedora. Y así va
perfilando su propio estilo y su técnica en forma natural.
Octavio Santa
Cruz. Como Diseñador gráfico o como
Guitarrista, he tenido momentos más dinámicos que hoy como Profesor en la Universidad de San Marcos.
No acostumbro producir narrativa
y de hecho nunca creí en la inspiración per sé.
Pero una vez leí acerca de la
parábola de los talentos. El artista comentaba que al nacer cada quien porta
sus potencialidades, a partir de lo cual, en algunos aspectos el vivir
conlleva la responsabilidad de cultivar
esa semilla. Por eso vine al taller de narrativa (para no negarme
posibilidades), y también por haber visto en mi familia personas que rehusaron
desarrollar la artesanía de sus otras capacidades. En su memoria…
……….
Cuento:
Detonador:
Al abrir la puerta, el perro
chusco y malcomido, me quedó mirando, no sé si con lástima por él o por mí.
Como diciendo: Hallé mi dueño. Eres tú. No me dejes. Yo te he elegido.
EL AMIGO INESPERADO
Al abrir la puerta, el
perro chusco y malcomido, me quedó mirando, no sé si con lástima por él o por
mí. Como diciendo: Hallé mi dueño. Eres tú. No me dejes. Yo te he elegido. De
modo que entré para tomar una galletita de la mesa del comedor. El perro me
siguió moviendo la cola y se engulló la galleta de un bocado.
Iba a tapar el
recipiente pero unos quejiditos de desaprobación me decidieron a darle otra
galleta, y otra. Le habrá gustado, me dije, y continué.
Cuando se acabaron las
biscotelas, los turrones y las empanaditas empezó un solo de aullidos tan
fuertes que temí por los vecinos. “Está
prohibido tener animales en el edificio. —le dije— Así es que te callas. Y por
cierto, te vas.”, anuncié dirigiéndome hacia la puerta, pero sólo avancé unos
pasos. El gruñido era realmente amenazador y no había duda, venía justo de esos
enormes dientes apretados que ahora estaban junto a mi pantorrilla. A partir de
ese momento no se me despegó. En varios días acabó con el refrigerador, la
despensa y todas las provisiones del congelador. Para cuando tuve que salir al
supermercado unas semanas más tarde, ya estaba tan gordo que tuve que llevarlo
en un coche de bebé. Al mes siguiente, el carrito colapsó, los muelles y
resortes reventaron por el peso.
He estado intentando
llamar por teléfono y pedir una pizza, o unos pollos, o lo que sea; pero parece
que le ha agarrado recelo al teléfono, cada vez que estiro la mano enseña los
dientes.
Hace ya varios días de
esto y aún no he podido llamar al
delívery. Me pregunto por qué me estará mirando ahora tan fijamente…
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