lunes, 31 de octubre de 2011

Mi vida con los Santa Cruz, 5


Papapa leía el Post, debía tener suscripción, al principio yo sólo miraba las figuritas.


En la casa vivían Consuelo, Victoria, César; y Nicomedes que entraba y salía.
Rafael siempre estaba de gira taurina. Rosa, Pedro, Octavio y Jorge, vivían, cada uno, aparte. El tío Jorge sí venía todos los días a almorzar, siempre encontraba modo de cantar un rato, su preferencia eran los clásicos - Ghigli, Carusso, Fleta y otros -y comentaba algún detalle del argumento de sus óperas preferidas, lo que no le impedía disfrutar incondicionalmente de Gardel, Magaldi y por que no, Negrete. (Y en cuanto a mi, nuevamente ante esa dicotomía de facto: lo popular y lo culto). El tío Pedro cuando venía me hacía mucho cariño; que ironía, el nunca tuvo un hijo hombre. De la tía Rosa decían que cocinaba increíble, es que había aprendido de la mamama, a la antigua, con secretos y todo eso. Llegue a probar algo de sus manos. Claro está que descontando el cabrito al horno que traía el tío Octavio el 23 de diciembre, santo de mamama. Cuando estuve más grandecito a veces iba a entrenar con el tío Rafo, caminábamos hasta La Legua, después regresábamos hasta la plaza Monumental, luego subíamos escaleras "para hacer piernas" -es increíble la cantidad de escaleras que tiene la plaza de toros por dentro- ; luego toreaba "de salón" con sus amigos de siempre, "Chatillo", Figueroa, "El gitano", "Fotio", "Angelillo", Legarda, así toda la mañana; por supuesto a esas alturas yo nomás miraba. Alguna vez empuñé la carretilla, para hacer de toro, pero no es cosa de juego, al cabo, el torero se prepara para jugarse la vida.

Un día cuando no podía hacer un dibujo le pregunté a la tía Toya si sabía como solucionar eso, era como un sombreado, ella me dijo se hace así, y lo hizo.
Lo hizo tan bien, que me sentí muy mal, hubiera estado muy bonito en mi cuaderno
pero no era mi dibujo. Por otro lado me preguntaba cómo es que a ella no le interesaba producir más de eso. Yo nunca la había visto dibujar así. Poco después la vería hacer cosas mas primorosas, al parecer también sin aprendizaje previo, me refiero a las miniaturas, eran unas figuritas de 10 cm. promedio: damitas, caballeros, músicos, con peinados, vestidos bordados, acabados hasta en sus más mínimos detalles, las hacía en pasta para modelar; llevaría varias semanas cuando Nicomedes le trajo un juego de estecas -que son las herramientas que se usan para modelar- al primer intento comprobamos que ninguna herramienta ofrecía más posibilidades que las propias manos de Victoria.
Ya esa sola veta constituía una opción profesional. Nunca le he preguntado por qué, pero cuando tuvo varios grupos o escenas que ocupaban una mesa, lo dejó. Nunca más modeló. Victoria se dedicaba a la costura, alta costura, también allí recuerdo una aventura en que rebasó los límites: Ya sabemos que Rafael se "arrimaba" demasiado al toro, en una de esas, su traje de luces quedo bastante averiado, era de no mirar, tan complicada factura de lentejuelas, mostacillas, bordados de oro en hilo metálico ... y rasgado... era obra de una especialista y sólo ella podría repararlo, la llamaban La Maestra y por cierto estaba en España; sólo de pensar en el costo de la reparación, el envío, el tiempo... No recuerdo cuantas noches fueron, pero Victoria lo hizo, y perfecto, sin concesiones.
Hasta que un día Victoria ingresó al teatro, sería excesivo detallar en éstas páginas su vertiginosa producción teatral, citaré brevemente que la he visto asumir roles diversos, como escribir las obras y libretos; crear coreografías para grupos numerosos; realizar vestuarios con diseño inclusive; componer música, con voces repartidas y canon; dirigir elencos con actores, danzarines, cantantes, músicos, etc. ...en fin.
Yo estaba chico, entonces simplemente asumía pues que debe haber gente que nace sabiendo, hoy podría intentar explicaciones más sofisticadas pero eso no cambia nada, las cosas fueron así.

Octavio…

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